jueves, 9 de septiembre de 2010

Sondrómicamente

El síndrome de la palabra

De más está decir que el uso que le damos a las palabras, de manera singular, en muchas ocasiones, no es unánime, solo en un sentido convencional, quiero decir de “acuerdo”, de convención casi “reglativo”, útil para el entendimiento societario. Pero no quiero hablar en este sentido, de lo que rige para el funcionamiento en una comunidad, sino mas bien, mi interés sucede en la inversa de lo general, o sea en las particularidades, singularidades en que hacemos uso “personalizado” o mejor dicho, tal vez, “personificado” en la significancia de las palabras, ¿por qué esta distinción? porque me parece que uno es aprehensivo con ciertas palabras y le incorpora su persona a lo que quiere decir, a lo que se dice. Así que apelare al uso asociativo o por desconocimiento ¿a que me refiero? A las diferentes asociaciones que le adjudicamos a las palabras ya sean a través de lo sonoro, por ejemplo, cuando dos palabras pueden sonar de manera similar pero no se escriben igual y menos aun significan lo mismo; cuando utilizamos una palabra en donde no tenemos en cuenta lo que significa, la usamos en una oración y nuevamente lo sonoro conjuga la frase, por lo tanto cambiamos su uso, o peor aún, pensaste que algo significaba tal o cual cosa y estabas totalmente convencido, hasta que llego alguien que nos demostró nuestro ignorancia. En el caso de las abreviaturas: determinan vidas, cambia el rumbo de una frase al tener dos significancias y la interpretación queda anulada al tener resultados en la búsqueda de google; bue! Ni hablar de la contextualización de las terminologías, obviamente, cohesión y coherencia toman protagonismo. Pero el uso más común que le damos a las palabras es a través de la sonoridad, puede llevarnos a cambiar no solo los usos, sino los significados otorgándoles nuevos; pero diré: ¡es difícil que nos entienda alguien! Uno cuando enuncia algo le pone un contenido a aquello que se dice, no solo en su significancia sino en su pronunciación y por consecuencia toma un tinte emocional, con esto significo que seguramente el sentido que le damos a la palabras y sus usos, tienen que ver con vivencias, relaciones asociativas con ellas y por supuesto con nuestra muy singular manera de ver lo que nos rodea y la relación vincular que establezcamos. El síndrome de la palabra no es más que nuestra propia limitación a seguir sujetos a usos que tal vez no puedan explicar todo aquello que queramos decir, un ejemplo esta dado en la historieta una palabra imita el sonido de una puerta, ojo! No mal interpretemos tener un lenguaje común y un uso común es lo que hace posible la comunicación, pero también es cierto que ciertos usos no abarcan todo aquello que quisiéramos expresar, por lo tanto los supuestos usos erráticos que le adosamos, en lo más cotidiano, casi como actos fallidos, abren un mundo de posibilidades, de nuevos juegos, listos para ser explorados!

“Escuche por ahí que son los Poetas aquellos capaces de inventar nuevas palabras e inclusive premiarlas con el don de los sentidos, por medio de la sinestesia, construir una prosa o un poema capaz de ser táctil, aromático, inclusive que sea a color por medio del blanco y negro de las palabras”.

Glosario Sindrómico:

“enervar la sangre”: expresión utilizada con motivo de una situación de enfurecimiento, siendo más conocida como: ¡me enervas la sangre!

No me hago cargo de los efectos colaterales que pueda tener en su mente, sobre todo en su memoria a largo plazo (puede adosar nuevas palabras o frases).

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