jueves, 9 de septiembre de 2010

Pensamiento

El extraño pensamiento.

Cada vez que, por casualidades del destino fortuito, me encuentro observando minuciosamente las cotidianas nimiedades de la vida mundana, me invaden unos deseos irrefrenables, pecaminosos, hasta prohibidos.

Siento la necesidad imperiosa de pensar.

Siempre que me dejo llevar por este impulso y pienso, pienso mucho, de muchas cosas diferentes, aunque sin fundamentos ni sentido evidente. Observando un recipiente con azúcar, pensé en que ese recipiente, bien podría significar el planeta tierra, esa azúcar que contiene sería un sustituto ideal, en esta idea, de los recursos naturales no-renovables. La pregunta sería, entonces, que hacer cuando se acabe toda la azúcar, qué le pondré al té, ese de las cinco en punto.

Obviamente, en los primeros días de escases de azúcar, los comerciantes elevarían el precio de la bolsita de esta. Al tiempo, quien tuviese e su patrimonio un metro cuadrado de terreno con plantaciones de caña de azúcar elevarían grandes murallas, con fuerzas armadas que lo custodiaran, paras evitar que otros dueños inescrupulosos incendiasen sus campos y poder extraer más dinero de su producción.
El paso de los días, lentamente harías que los dentistas perdieran sus empleos, pues las caries sería sólo una enfermedad de los señores poderosos que viven en sus plantaciones de azúcar, por lo cual la falta de dentición pasaría a ser un elemento de status social. Las empresas farmacéuticas colapsarían, pues ya no podrían vender medicamentos para control de los azúcares, dado que los alimentos ya no la contienen por su elevado valor de mercado. Los niños comerían sólo frutas en los recreos de los colegios, desarrollando de una forma más óptima, las bebidas serían rehidratantes y no endulzantes. Las refinerías del azúcar no emplearían a personas en sus plantas de producción, por temor al robo del preciado valor y posterior venta en el mercado negro por los llamados “torta negra”. Las confiterías y panaderías cerrarían también sus puertas. En los cumpleaños los niños apagarán velas sobre un elaborado sándwich tradicional de bondiola, jamón ahumado, queso de cabra y mostaza picante.

Pero no todos se adaptan a los cambios.

Algunos líderes mundiales, donde el café es particularmente amargo y las donas espolvoreadas con sal no tienen mayor aceptación éxito, deciden expropiar hasta el último centímetro cuadrado que esté plantado con caña de azúcar, absorbiendo a todas empresas que se encarguen del refinamiento de la misma, es decir, desde la semilla a su mesa. Pero la demanda desborda la producción local y echan acusaciones a los cuatro rincones de la tierra, alegando que determinada religión pacifista secretamente ha realizado pactos satánicos para que se acabara la azúcar, y con una cruz roja marcadas en sus blindajes aniquilan hasta el último de los seguidores, los cuales, por casualidades del destino tenían en su poder plantaciones de azúcar.

Los gobernantes se mostrarán se felices por su santa victoria, contra los infieles y sonreirán a las cámaras sin dientes en sus bocas. Los amigos obsecuentes de los gobiernos azucarados tendrán este preciado alimento y endulzaran el café, batirán sus cremas y perderán los dientes, orgullosos, mientras que otros seguirán la antigua tradición de beber las hieles más amargas, mientras son acusados de satánicos pactos.

Algunos resistirán usando miel para el té de las cinco de la tarde y el matecosido de las seis y media de las mañana. A pesar de que la miel esté prohibida por las leyes, aprobadas entre gallos y media noche, por esos que nunca muestran su sonrisa, sino es en una imagen donde la tecnología les quite años y les agregue dignidad.

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