martes, 30 de noviembre de 2010

Expiación de explicaciones

Literalidad

Literalmente pensando, nació la idea de pensar literalmente. Aunque en realidad es un robo conceptual a un accionismo realizado en la madrugada, de un día que no recuerdo. Básicamente pintamos, pues fuimos pintores en un momento, al menos ese verano. Pintamos sin proponernos pintar nada, aunque siempre teníamos ganas.

Pero déjeme explicarles con mayor puntualidad lo que sucedió, primeramente hice un gran bastidor de un metro por metro sesenta, es decir, al menos unos centímetros menos que mi atura y algunos más que su altura. Luego de hacerlo y transportarlo por media ciudad, el muy malito no pasaba por la puerta, primero porque no era difícil de maniobrar y segundo porque la puerta estaba cerrada con llave. Gracias a la amabilidad de la niñera, de la nena que vivía al lado, lo pasé por el patio. Aunque pasaron semanas hasta que fue usado, pues siempre se me ocurría algo para hacer, que jamás se realizaba, hasta que un día sucedió algo, no recuerdo puntualmente y pr alguna razón sé que no lo quiero recordar (o lo recuerdo y se trata de un recuerdo que no tengo deseos de expresar en este momento). El hecho es que uno de los dos dijo pintemos, en medio de la noche de ese lejano verano, donde el cielo enrojecido por las luces de la ciudad, nos dio ese instante casi mágico donde con una lata reseca de esmalte sintético negro y un poco de aguaras hicimos algo más grande que el tamaño de ese bastidor, en un instante que duró más que las luces de la noche y que las noches sin luz. Tuvimos que pintar con la puerta de patio abierta, no sólo por el olor de os materiales, sino que además porque las dimensiones del espacio no permitía que pudiésemos trabajar a gusto así que salíamos y entrabamos para poder mirar lo que se hacía.

Realmente mi intervención fue mínima, además de confeccionar el bastidor, con cierto placer vouyerista admiraba como pintaba sin miedo, sin importar nada más que el hecho de pintar, como algún tipo de posesión, que sólo se exorcizara dejando fluir ríos de pintura a través de la tela.

A pesar de los años pasados después de ese suceso, que se grabó a fuego en mis pupilas, recuerdo todos los ínfimos detalles, aunque olvidé los rostros, los peinados, las fechas, y las canciones de ese disco que sonaba una y otra vez, que por superstición no cambiamos, tratando de mantener eterno el instante, creo que era The Strokes, por eso lo escucho mientras escribo, aunque puede ser cualquier otro.

Luego de hacer un montón de trazos y líneas que variaban de intensidad lumínica, sabíamos que algo faltaba y abrimos la lata roja y poniendo en declive la obra, en el patio, hicimos un dripping y al terminar esa línea roja, los cielos aprobaron nuestra creación dejando caer repentinamente, sobre nosotros, una débil lluvia. En ese momento firmamos la obra y nos resguardamos del agua que se precipitaba sobre nosotros.

Días después en tus interminables libros de notas encontraste[1] un prosaico texto escrito en verso que explicaba la poética del suceso mencionado, antes de que lo realizáramos. Decía algo como Despojándose de toda forma de escribir lo pensado, expresamos crudamente nuestro pensamiento de forma literal. Tal y como es, sin importar como debe escribirse, con acento, si acento, detalles molestos[2]

Ese cuadro estuvo un par de años colgado, decorando la blanca pared, luego estuvo en el patio, haciendo de medianera y actualmente…. Actualmente no lo sé, sólo quedan recuerdos y un concepto interesante, expresar libremente el pensamiento sin importar las formalidades.




[1] Se bien que he modificado la forma de comunicarme, pero suelo olvidar las regulaciones literarias que indican que siempre hay que mantener las formas y las buenas costumbres, quizás será que me cansé de pretender que es un texto para todo entendimiento y se reduce a un solo individuo, que jamás leerá estas palabras, pero en realidad la idea era comunicar el inicio del concepto de pensamiento literal, pero realmente ya no sé ni porque estoy escribiendo así que prontamente terminaré de explicar esta anécdota, para dejar de recordarla, ya que todo pensamiento que sea escrito, deja de pensarse por un lapso de tiempo, hasta que se relee y se reelabora, para llegar a un nuevo pensamiento.

[2] En verdad no recuerdo absolutamente nada de lo que decía, sólo sé que la última frase culminaba diciendo “Pensamiento literal”.

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